Cuatro historias, una lucha


Hoy amanece igual que ayer, pero eso no implica forzosamente que deba ser igual que ayer.
La mañana nos sorprende en los Altos de Chiapas, en el municipio de Chenalhó, en la comunidad de Acteal.

Aquí nos ha traído el viento, que no sabe de retenes militares, de miradas furtivas, de amenazas, ni de liberación de paramilitares. Él es libre como sólo el viento sabe ser.

Y aquí, en esta tierra, nos encontramos. Traemos nuestras historias que se entrecruzan con otras distintas pero iguales, de los que aman su tierra, su territorio. Los y las que lo defienden con su palabra, que también es nuestra, con su memoria, con su dignidad.

Cuatro colores, cuatro puntos cardinales, cuatro elementos, cuatro historias.

En el templete, construcción que conmemora las víctimas de la resistencia de la Sociedad Civil «Las Abejas», se presenta una comitiva del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador Atenco. La Segunda etapa de la Campaña por la Libertad de los Presos Políticos de Atenco comienza.

Cuatro colores, cuatro puntos cardinales, cuatro elementos, cuatro historias: una misma lucha.

Primera historia:

EL BLANCO VIENTO DE ACTEAL

El viento trae consigo la palabra de la memoria.

Memoria del tiempo en que la gente levantó el rostro y decidió organizarse. De cuando comenzó el sufrimiento por querer mantener un camino propio al lado de quienes optaron por la palabra de fuego.

Memoria del intento de exterminio, de que el miedo traído por un castigo ejemplar acallara la voz de la dignidad.

Memoria del camino de la justicia, que encuentra oídos sordos en quienes detentan el poder y que buscan hacernos pelear entre hermanos.

El viento resuena con el eco del tiempo, a través de él nos habla la memoria de un pueblo que convierte el sufrimiento en esperanza, que se organiza para transformar la opresión en dignidad.

Segunda historia:

LA AMARILLA TIERRA DE ATENCO

La milpa miraba al cielo sabiéndose protegida por los hombres y mujeres de maíz. La tierra sobre la que crecía nunca llegó a imaginar que un día, esas lejanas figuras que recorrían el cielo, quisieran hacer su nido de alquitrán y cemento sobre ella.

Pero nada es inimaginable si viene acompañado de grandes beneficios, y así, un día, un temblor desde afuera del mundo vino a derrumbar los sueños, y así, un día, los machetes que limpiaban la milpa se alzaron contra las pesadillas y sus beneficios.
Vencieron.

La venganza tardó en llegar. Cuando las rabias empezaron a verse, a conocerse, los que atormentan al mundo para exprimirle el alma no quisieron permitir otra justicia, y lanzaron toda la injusticia que conocían sobre la tierra, la milpa y las mujeres y hombres de maíz que la aman.

Duro golpearon, duro maltrataron, muchos se llevaron. Al despertar del dolor los ojos no querían mirar al mundo, pero el mundo miró a esos ojos y volvió a encontrar su lucha.

Años después, siguen andando. Ahora con pasos más largos, más seguros. La milpa sigue mirando al cielo sabiendose protegida, extraña aquellos que siguen secuestrados por la legalidad ilegítima, pero escucha el rumor de nuevos pasos que recuperen las justicias debidas y las que quedan por venir.

Tercera historia:

EL AZUL AGUA DE BACHAJÓN

Agua que alimenta, crea, construye; que refuerza el torrencial que limpia. Bachajón agua

La autonomía construida, la que se siente, la que se toca. Acusados de delincuentes y aprendidos, torturados a aceptar una culpa inexistente; encarcelados por el mal gobierno, que fueron enjuiciados a drede, con testimonio falso.

¿Hoy, libres? NO. El tiempo apremia, compiten contra órdenes de aprehensión y, como siempre, mal argumentadas, llenas de falacias. Con veneno infiltrado que ensucia su buena agua, su buen accionar. Familias sufren de hostigamiento, despojo de tierras, robo de pertenencias. Es asfixiante la represalia por oponerse al “desarrollo ecoturístico”, de proyectos que “benefician”.

Pero con Sangreagua se renueva, se refresca la lucha justa, el libre transitar por las montañas, los hogares, el caudal de la dignidad. El agua escurre por entre cualquier rendija. Así se filtra también el deseo de libertad y justicia, se cuela por una grieta y la desgarra hasta volverla un abismo.

Cuarta historia:

EL ROJO FUEGO DE MITZITÓN

El fuego se alza sobre la roca. Se mantiene encendido desde tiempos inmemorables. Es alimentado por la resistencia de quienes aman la tierra en que han nacido y en la que descansan sus antepasados.

De sus abuelos aprendieron a resistir, a alimentar el fuego con su lucha, porque esta tierra ha enfrentado el despojo por largo tiempo. Hoy, como ayer, se ha vuelto un pedazo de pastel que intentan repartirse los poderosos.

El fuego cruje para avisar a quienes lo cuidan que han sido rodeados por mercenarios que tienen su corazón nublado y que ciegamente hacen el trabajo sucio de los saqueadores.

No será tan fácil, el fuego arde y alumbra la lucha de sus cuidadores. Los que alimentan el fuego que habita sobre la roca triunfarán en su resistencia, tal y como lo han hecho hasta ahora.